Madre Dolores de María Zea Fernández

Elisa Zea Fernández (nombre de pila), nació el 14 de junio de 1883, en Quetzaltenango, Guatemala. Hija única de sus padres, Don Juan Zea y Doña Petrona Fernández, de quienes quedó huérfana a muy tempana edad, situación que la llevó a Elisa a trasladarse a la República de El Salvador, para estar bajo el cuidado de su tío, el canónigo Don David Letona.

A los 21 años sintió el llamado de Dios a la vida religiosa y aunque hacer realidad este propósito no le fue fácil, puesto que por aquel entonces, año de 1904, no habían muchas conventos en El Salvador; no obstante, encontró el convento de Tercerías Dominicas, de Santa Tecla, donde ingresó. Feliz de haber encontrado un lugar desde poder servir a Dios, además siendo una de las religiosas más jóvenes, rápidamente asumió una actitud de responsabilidad para hacer frente a las necesidades de dicho convento.

Años más tarde, Madre Dolores de María, Juntamente con Madre María de la Cruz, quien también se había integrado al convento, haciendo caso a las inspiraciones Divinas, emprendieron la travesía de fundar una orden religiosa, más de acuerdo a  los Santos Cánones de la Iglesia, el cual finalmente se concretizo el 11 de enero de 1928, fecha en que se recibió el Rescripto por medio del cual la Santa Sede se dignaba erigir el nuevo Instituto bajo el nombre de: “INSTITUTO DE LAS HERMANAS DE BETHANIA, CONSOLATRICES DE LA VIRGEN DOLOROSA”.

Madre Dolores de María Zea Fernández, vio florecer y extenderse la congregación que había fundado. A la edad de cien años partió a la casa del Padre Dios, rodeada de oraciones y el amor de sus hijas, en la casa Madre de Santa Tecla, el 19 de agosto de 1983.

 

Quienes tuvieron el privilegio de conocerla y compartir con Madre Dolores de María Zea, la describen como una mujer llena de fe y confianza infinita en la misericordia de Dios, trabajadora infatigable, intrépida y de carácter decidido, al mismo tiempo que dulce, amable, cariñosa, maternal, preocupada siempre por cada hermana de la congregación, generosa con los pobre y necesitados. También es de destacar, su especial amor y devoción a la Santísima Virgen de los Dolores, cultivado desde su niñez.

Cualidades y características que representan para nosotras sus hijas, dignas de ser imitadas.

Madre María de la Cruz Pinto Tobías

Antonia Catalina Pinto Tobías (Nombre de pila), nació el 10 de marzo de 1884, en  Chalatenango, El  Salvador. Fue la tercera hija de Don Miguel Pinto  Sandoval y Doña Rosa Tobías de  Pinto. No obstante, a tan sólo dos meses de haber nacido, quedó huérfana de padre, por lo que creció rodeada únicamente de los cuidados y protección de su madre.

Antonia Catalina tuvo el privilegio de recibir una esmerada educación, lo cual y el favor de Dios le permitieron desarrollar grandes dotes intelectuales, filosóficas y psíquicas. Sin embargo, la poca instrucción religiosa que tenía, hicieron que en su juventud desviara su intelecto a ideas erróneas, los cuales la mantenían alejada del temor de Dios. Pero por lo mismo, mereció experimentar de manera especial, del inmenso y delicado amor de Dios, que se manifestó y actuó en la vida de Antonia, muy a semejanza con los grandes pecadores que por la misericordia de Dios, lograron alcanzar la santidad.

Después de experiencias espirituales extraordinarias, Dios logró conquistar el alma de Antonia Catalina, para hacer de ella una antorcha viviente de su poder y amor. A partir de ello, decidió dejar el mundo y entregarse de lleno al servicio de Dios y al prójimo, a través de la vida consagrada. Para lo cual, ingreso a la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora, donde con gran entusiasmo comenzó su formación religiosa. No obstante, no le fue permitido profesar los santos votos, puesto que a decir de la madre superiora, “Dios la tenía a Antonia Catalina, destinada para muy altos fines”.

Es así que después de retirarse de la mencionada congregación, Antonia Catalina ingresa al convento de las “Beatas Rosas”, donde se encontró con Madre Dolores de María. Ese encuentro fue el inicio de una santa amistad. Dios había juntado las dos almas para hacer cosas grandes, puesto que años más tarde, juntas emprendieron la gran hazaña de fundar la CONGREGACIÓN DE LAS HERMANAS DE BETHANIA C.V.D., donde asumió hasta su muerte el rol de Vicaria General, llamada en religión como Sor MARÍA DE LA CRUZ PINTO. Partió de este mundo el 03 de septiembre de 1972.

Quienes tuvieron el privilegio de conocerla y compartir con MADRE MARÍA DE LA CRUZ PINTO, dan testimonio de las grandes dotes intelectuales y sabiduría que la caracterizaban, así como su entrega
incondicional y su amor infinito a Dios.